¿Te gusta oler tus calcetines después de un largo día de caminata, sudor y oficina? Bueno, podrías estar a una inhalación de distancia de un champiñón pulmonar tamaño familiar.
Un señor en China (sí, China otra vez con sus historias inolvidables) fue al hospital con tos de esas que no se van ni a palos. Todo porque tenía un hábito digno de un documental de crímenes: olfatear sus calcetines apestosos cada vez que llegaba a su casa. Así, como quien colecciona estampillas, pero más húmedo y cuestionable.
Este caballero, funcionario de oficina nivel medio y con serias dudas en higiene básica, fue recibido en el Hospital Suroeste de la Universidad de Medicina del Ejército —nombre largo que suena serio— con tos nivel alarma y ojos llorosos tipo cebolla. Lo que parecía un simple “me estoy resfriando” terminó siendo… redoble de tambores, una infección pulmonar fúngica por Aspergillus. Sí, un hongo. No el de la pizza, no el del jardín. Uno que se mete en tus pulmones y hace fiesta ahí.
Foto: Triunfo desnudo
El Dr. Liang Peiqiang, un tipo que claramente no estudió medicina para lidiar con adicciones olorosas, se puso a interrogar al paciente. Ahí fue cuando el señor confesó, con toda tranquilidad, que tenía la costumbre de darle una buena aspirada a sus calcetines sucios antes de tirarlos a lavar. Porque claro, ¿quién necesita ambientadores teniendo pies usados y húmedos?
Los médicos agarraron un par de dichos calcetines (esperamos que con pinzas y mucha terapia después), hicieron unas pruebas y… ¡bingo! Ahí estaba el Aspergillus, el hongo fiestero. Porque, sorpresa, los calcetines sudados están llenos de amor: sal, sudor, urea y un ambiente tropical que ni en Cancún. Perfecto para que crezca todo lo que no quieres cerca de tus pulmones.
Oler calcetines usados no te convierte en Hulk, pero sí te puede dejar con hongos viviendo gratis en tu pecho. Esos bichos se cuelan vía nasal, pasan directo a los pulmones a armar un Airbnb de largo plazo, y las consecuencias no son precisamente divertidas.
Así que la próxima vez que tengas la brillante idea de olfatear tus calcetas de guerra… por favor, no. Tus pulmones te lo agradecerán. Y todos los que te rodean también.