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Spoiler: si protestas en EE.UU., prepárate para hacer las maletas.
Porque sí, señoras y señores, el gobierno de los “derechos humanos” ha decidido que Mahmoud Khalil —un estudiante de posgrado de Columbia que tuvo la osadía de alzar la voz por Palestina— es una amenaza nacional. Tan peligrosa como un sándwich de hummus en la sala oval, al parecer. El juez Jamee Comans (sí, ese de Lousiana) se tragó el cuento completo cortesía de la Administración Trump: “Este tipo piensa distinto, ¡expúlsenlo!”. Fin del juicio, siguiente pastel.
Pero espera, que esto no es Netflix y aún hay plot twist. Un juez federal de Nueva Jersey dijo: “Hold my gavel” y frenó la deportación temporalmente. ¿Round de redención? Tal vez. Mahmoud tiene hasta el 23 de abril para mandar su cartita mágica pidiendo que lo dejen quedarse. Ya sabes, como si esto fuera una beca Erasmus en Mordor.
Mahmoud, después de la audiencia, soltó un mini discurso digno de los Oscars: “Nada es más importante que el debido proceso, pero bueno… hoy no se presentó. Ojalá se apuren con la misma intensidad para los cientos que llevan MESES esperando ser escuchados”. Aplausos con lágrimas.
Sus abogados también se lanzaron a la pista: que si fue todo una farsa, que le negaron sus derechos, que la ley se está usando como bat de béisbol contra quien levanta la voz. ¿Justicia o no te metas en política si eres extranjero? Pregunta retórica, obvio.